Tupac Shakur fue un artista profundamente político, moldeado por las tradiciones radicales de izquierda de la comunidad afroamericana. Una nueva biografía finalmente hace justicia a esta faceta de su vida y obra.
Reseña de Palabras para mis camaradas: Una historia política de Tupac Shakur de Dean Van Nguyen (Doubleday, 2025).
¿Quién fue Tupac Shakur? Dependiendo de a quién le preguntes, obtendrás multitud de respuestas. Fue el mayor ícono del hip-hop. Fue un delincuente violento condenado por abuso sexual. Fue la voz de los oprimidos. Fue una figura política radical que canalizó sus propias experiencias para denunciar un gobierno racista e imperialista.
O quizás fue todo eso a la vez. Sea cual sea la respuesta, lo que permanece indiscutible entre quienes crecieron con la imagen de Tupac es que su vida se desarrolló como la de un revolucionario.
¿Pero qué significa eso? Quizás te hayas topado con alguna publicación en redes sociales sobre Tupac, donde se afirma que su madre, Afeni Shakur, fue una figura prominente del Partido Pantera Negra e involucrada en el juicio de los Panther 21. O que Assata Shakur, exmilitante de los Panteras Negras y del Ejército de Liberación Negra, fallecida recientemente, era su madrina. Sin embargo, rara vez se profundiza más allá de eso.
Es una lástima, porque todas las facetas de la historia de Tupac —las circunstancias de su concepción, la familia y la sociedad en la que nació, sus experiencias durante su juventud y sus relaciones tras alcanzar la fama— tienen su origen en el mismo espíritu revolucionario. Ese espíritu desempeñó un papel indispensable en el impacto perdurable de esta figura legendaria en el hip-hop, la cultura pop contemporánea e incluso en la protesta revolucionaria en todo el mundo.
Este era un vacío que debía llenarse, razón por la cual el periodista y escritor musical Dean Van Nguyen se comprometió a elaborar un relato exhaustivo de la historia política de Tupac Shakur. Como él mismo explica:
Con demasiada frecuencia, el análisis de sus raíces revolucionarias se ha reducido a simplemente afirmar que «Tupac era hijo de los Panteras Negras, por lo tanto, tenía el espíritu de los Panteras». Tuve que mostrarle al público qué significaba eso exactamente, quiénes eran los Panteras y cómo se manifestó ese espíritu en él. Y al contar la historia del mayor radical del hip-hop, descubrí que también existía la oportunidad de presentar la historia del hip-hop desde una perspectiva radical.
Este relato, de casi cuatrocientas páginas, realiza un trabajo exhaustivo e ilustrativo sobre precisamente eso.
Rescatando a Tupac del mito
Durante casi tres décadas, desde el momento en que murió tras ser alcanzado por varios disparos en un tiroteo desde un coche en Las Vegas el 7 de septiembre de 1996, Tupac Shakur ha existido menos como persona que como símbolo. Ha sido reducido a la mínima expresión por el mito, mercantilizado por la nostalgia y reciclado sin cesar por una industria que se nutre de imágenes descontextualizadas de rebeldía.
La mirada desafiante, la caricatura de gánster y la muerte a los veinticinco años: todo ello se ha convertido en una leyenda consumible, a menudo desvinculada del contexto político que lo forjó. «Words for My Comrades» es, en esencia, un rechazo a esa banalización. Es el intento de Nguyen de devolver a Tupac al contexto radical del que surgió.
Durante casi tres décadas, Tupac Shakur ha existido menos como persona que como símbolo.
Nguyen traza la vida de Tupac no a través de los marcadores habituales de la fama, sino a través del movimiento que lo moldeó: desde la radicalización de su madre, Afeni Shakur, que la llevó al Partido Pantera Negra, hasta las corrientes antiimperialistas y socialistas que rodearon su infancia. De este modo, «Palabras para mis camaradas» sitúa a Tupac como heredero de un linaje: hijo de una tradición radical forjada en la lucha contra el imperio estadounidense, la violencia policial y el capitalismo racial.
Este enfoque resulta evidente desde la primera página del libro. Los primeros capítulos se leen más como una biografía política de los Panteras Negras que del propio Tupac. Nguyen reconstruye meticulosamente la trayectoria de Afeni, desde su juventud politizada por los discursos de Malcolm X hasta su época como miembro de los Panteras 21, quienes fueron acusados (y absueltos) de conspirar para atentar contra monumentos de Nueva York.
A través de esta narración, Tupac construye la base ideológica de su mundo, un mundo donde la revolución no era una mera metáfora, sino una necesidad material. Estas secciones fundamentales son densas, a veces incluso abrumadoras por su alcance, pero indiscutiblemente necesarias. Sirven como un recordatorio crucial de que la historia política de Tupac comenzó mucho antes de su nacimiento, en la dialéctica entre la liberación negra y la represión estatal que definió los Estados Unidos de la posguerra.
Fundamental en este análisis es la paciente indagación que Nguyen realiza sobre la vida de Afeni. El enfoque en ella y en las Panteras Negras no es un mero relleno biográfico, sino el eje central del libro. Narra la historia de una figura valiente y enérgica cuya formación política dentro de un movimiento militante no fue ni incidental ni decorativa. ¿Les suena familiar?
Al destacar a Afeni y la historia fragmentada de los Panteras Negras —el faccionalismo, el impacto de COINTELPRO, el agotamiento del idealismo— Nguyen crea el terreno del que emergen posteriormente las propias contradicciones de Tupac. Esto es esencial, porque el radicalismo del artista, su volatilidad e incluso su autodestrucción son ecos del movimiento que lo engendró: un movimiento aplastado pero inextinguido.
En ese sentido, *Words for My Comrades* , además de reescribir la historia de Tupac, también la desmitifica. El Tupac de Nguyen no es ni el santo trágico de la historia del hip-hop ni el forajido nihilista de la memoria sensacionalista, sino el hijo político de una revolución truncada: un joven que luchaba por encontrarle sentido a los ideales heredados en un mundo neoliberal que no les daba cabida.
Es esta contextualización, a la que Nguyen dedica gran parte de su libro, lo que lo distingue de otras “historias sobre Tupac”. No comienza con la concepción del rapero, sino que se remonta muchos años antes, poniendo en primer plano la sociedad y el clima de resistencia que lo moldearon hasta convertirlo en el referente político y cultural que llegó a ser.
Un monumento a la continuidad radical
«Palabras para mis camaradas» es una obra de historia interconectada. Traza líneas claras entre el proyecto revolucionario del Partido Pantera Negra, las violentas contramedidas del Estado y el terreno cultural donde echó raíces el hip-hop. El libro no trata estos sucesos como historias separadas, sino como partes de una misma genealogía política, razón por la cual Nguyen alterna frecuentemente entre Tupac, las Panteras Negras y el hip-hop, en lugar de centrarse exclusivamente en Tupac y Afeni o seguir una estructura cronológica.
Los escritos de Nguyen sobre las raíces radicales del hip-hop sirven como una útil corrección a una historia popular que con demasiada frecuencia aísla la forma musical del contenido político.
De hecho, los escritos de Nguyen sobre las raíces radicales del hip-hop constituyen una valiosa corrección a una historia popular que con demasiada frecuencia separa la forma musical del contenido político. Nguyen recuerda al lector que el género surgió en comunidades marcadas por la violencia estatal, el abandono económico y la resistencia organizada.
En el centro de esta continuidad, Nguyen traza los años de formación de Tupac con una intimidad que evita la hagiografía. Demuestra cómo la ideología política de Tupac fue tanto heredada como cultivada activamente: un aprendizaje complejo y contradictorio entre la teoría y la supervivencia. Nguyen no suaviza ni sensacionaliza estas contradicciones; las trata como material que debe comprenderse y explicarse.
Fundamentalmente, aborda los aspectos más problemáticos del legado de Tupac —como su condena por abuso sexual en 1995— con la misma precisión crítica que aplica a la política revolucionaria del artista. Nguyen no reduce estas tensiones a absolutos morales, ni las justifica. En cambio, las sitúa dentro de las complejas corrientes sociales y políticas de principios de la década de 1990, un período marcado por el encarcelamiento masivo, la demonización de los hombres negros y el asesinato de Rodney King.
El libro reconoce que Tupac pudo componer himnos feministas como “Keep Ya Head Up” y “Brenda’s Got a Baby” mientras participaba de una cultura profundamente patriarcal y era moldeado por ella. Nguyen sostiene ambas verdades simultáneamente: que la empatía de Tupac por las mujeres negras era real, pero también lo fue su incapacidad para vivir siempre de acuerdo con esos principios. El resultado no es una exoneración, sino una puesta en evidencia de que las figuras radicales, especialmente aquellas forjadas en las contradicciones del imperio, a menudo encarnan tanto la liberación que predican como los males sociales que buscan trascender.
Este rigor metodológico es la gran fortaleza del libro. Los lectores que busquen una biografía pop convencional quizá encuentren que las digresiones sobre el faccionalismo de los Panteras Negras o la historia militante clandestina ralentizan su lectura. Pero precisamente estas digresiones son la razón por la que el libro logra trazar la historia política de Tupac: para ampliar la narrativa hasta que las categorías simplistas dejan de ser válidas.
Resulta igualmente impresionante que, manteniendo este rigor, Nguyen retome constantemente cada faceta de la trayectoria de Tupac, buscando recordar, explicar y contextualizar todo lo que la moldeó y sucedió en su vida hasta que esta se vio truncada trágicamente. Esto abarca desde sus experiencias con la policía hasta su relación con Madonna, o incluso algo tan poco conocido como su incorporación a la Liga de la Juventud Comunista en Baltimore (a través de Mary Baldridge, una estudiante de la Escuela de Artes de Baltimore con quien mantuvo una relación y que fundó la sección local tras un viaje a Cuba). Estas reveladoras indagaciones en la trayectoria personal y política de Tupac hacen que su libro sea tan cautivador como esclarecedor.
Legado, capitalismo y vida después de la muerte
Si bien el núcleo del libro reconstruye el mundo que forjó a Tupac, sus últimos capítulos confrontan el mundo que lo destruyó. En su tercera y última parte, «Palabras para mis camaradas» pasa de los orígenes a las consecuencias: de las condiciones que crearon a Tupac a la maquinaria que lo consumió. Aquí, Nguyen también traza la incómoda colisión entre el arte revolucionario y el afán de lucro; entre las posibilidades radicales del hip-hop y la brutal lógica capitalista que buscaba neutralizarlo. Como él mismo afirma, «del potencial, incluso la probabilidad, de que el poder absoluto corrompa absolutamente».
El género que en su día dio voz a la lucha de la clase trabajadora negra se fue transformando gradualmente en un producto aspiracional.
La perspicacia política más aguda de Nguyen reside en rastrear cómo, tras la muerte de Tupac, el capital fue debilitando paulatinamente la energía subversiva del hip-hop. El género que antaño dio voz a la lucha de la clase trabajadora negra se transformó gradualmente en un producto aspiracional, cooptando su lenguaje de resistencia y explotando su estética con fines lucrativos.
Nguyen demuestra cómo el giro neoliberal de finales de los noventa vació la esencia radical del hip-hop. Su análisis de figuras como Jay-Z o P Money se centra en cómo el capitalismo se reproduce a través de la cultura. No se trata de nostalgia por un pasado más puro, sino de una autopsia de cómo se monetiza el sentimiento político y cómo el arte de la resistencia se convierte en la banda sonora de la acumulación. Hay lecciones que aprender aquí.
A pesar de narrar meticulosamente las luchas internas y externas que atormentaron los últimos meses de Tupac hasta la fatídica noche en que cuatro balas disparadas con una Glock calibre .40 lo alcanzaron, el libro se resiste al fatalismo. En su capítulo final, acertadamente titulado «Despierta la mente que cambiará el mundo», Tupac reaparece, no como un holograma ni una leyenda, sino como un eco.
Nguyen relata ejemplos de cómo la voz de Tupac resurge en protestas, escrita en pancartas, sampleada en canciones de resistencia. Ha resonado en millones de personas oprimidas por una sociedad racista y neoliberal, desde la costa oeste hasta la este; ha atraído a artistas desde Irlanda hasta Palestina; ha inspirado a militantes desde las Islas Salomón hasta Sierra Leona.
Estos momentos no son meras curiosidades sentimentales, sino una prueba de la perdurabilidad política de Tupac a nivel mundial. Las mismas letras que la industria musical intentó censurar siguen reapareciendo como herramientas vivas de disidencia, expresando rabia, solidaridad y la convicción de que la cultura aún puede denunciar las condiciones de su propia opresión.
Como era de esperar, el libro termina donde empezó: con Afeni Shakur. Al retomar su figura no como telón de fondo, sino como ancla ideológica, Nguyen insiste en que no podemos comprender la historia de Tupac sin la madre revolucionaria que lo dio a luz poco después de representarse valientemente en el juicio de los Panteras Negras 21 con tan solo veintidós años. Tampoco podemos comprender las historias de Afeni y Tupac sin rastrear la tradición nacionalista negra que los moldeó a ambos.
Al hacerlo, Nguyen ofrece una obra exhaustiva que brinda un relato definitivo de la ideología política de Tupac. Lo sitúa no en el panteón de los genios trágicos, sino de vuelta al mundo que lo vio nacer: entre los Panteras Negras, los poetas y el proletariado; entre los organizadores, las madres y los mártires de la liberación negra. Al rescatar a Tupac del mito, Nguyen lo devuelve a la historia, a los camaradas a quienes siempre estuvieron dirigidas sus palabras.