En Estados Unidos, Nancy Pelosi, destacada demócrata y ex presidenta de la Cámara de Representantes, ha “dado la voz de alarma por la ausencia de Estados Unidos en la COP30”.
Dijo que la falta de presencia estadounidense no se debía solo al cierre del gobierno, sino que también culpó a los republicanos por no cooperar para enviar una delegación bipartidista a Brasil .
El presidente Donald Trump ha retirado a Estados Unidos de la diplomacia climática mundial, pero su administración se ha opuesto activamente a las medidas para combatir la contaminación en otros foros internacionales.
La ausencia del mayor contaminador de gases de efecto invernadero del mundo en los salones de conferencias de Belém ha sido bien recibida por algunos diplomáticos.
La ausencia de Estados Unidos es “en realidad algo bueno”, afirmó Christiana Figueres, exsecretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En respuesta a la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, que ella misma ayudó a redactar, comentó: “¡Ciao, bambino!”.
Nací en una hacienda en Huaraz Independencia, a 3100 metros de altitud. Desde Huaraz se ven las montañas, que alcanzan los 6000 metros. Hay un nevado que se divisa muy cerca de la hacienda: el Nevado Churup.
Vivo en las tierras altas, cerca de las montañas. Soy hijo de pequeños agricultores. Soy agricultor y guía de montaña. Los campos no son fáciles. Todo es manual, pero poco a poco uno se adapta. La geografía es distinta: hay pendientes. Hay subidas y bajadas. Se encharca cuando llueve. Hace mucho calor cuando no llueve, y hay mucho sol. Pero cuando uno empieza a cosechar de niño, ya empieza a saborear los primeros frutos: maíz, caña de azúcar y tiernas habas. Empieza a disfrutar del campo.
Tenemos vacas en la sierra, en el barranco, aquí en Quilcayhuanca. Vamos dos veces al mes, dependiendo de si están preñadas o no. Cuando quedan preñadas, tenemos que sacarlas del barranco porque es peligroso. Un cóndor o un zorro podrían comérselas. El barranco está a unas 12 o 13 horas de caminata, ida y vuelta. Es todo un reto ir a la sierra desde casa. Solía ir con mis hermanas, desde que tenía ocho o diez años.
El barranco era distinto a como es ahora. Recuerdo que había muchos más humedales, más vida. Había más patos y otras aves que ya no se ven. Recuerdo aves volando casi como si estuvieran en el mar. También había más hierba y más cascadas. Ahora es diferente. Hay menos hierba y menos cascadas. Recuerdo que cuando nos acercábamos a la montaña, solía ver muchos venados y tarucas. Ahora ya no se ven tantos. Hay algunos, pero no tantos como antes.
El glaciar se está derritiendo lentamente. Es claramente visible desde la montaña. Hay gente que vive en la ciudad y nunca ha visitado las montañas. Nunca han estado cerca. Como agricultor y guía de montaña, cuando llegas a una cima nevada y regresas al año siguiente, y pasan los años, te afecta. Te da pena por las montañas. Te entristece lo que está sucediendo, y te genera una sensación de impotencia, de no poder hacer nada al respecto. Si alguien tiene una enfermedad, lo tratas, pero, por desgracia, la montaña no se puede tratar. No puedes hacer nada.
Con el paso del tiempo y el deshielo de los glaciares, se han empezado a formar lagunas, y las autoridades y los expertos advierten del grave peligro que esto supone. En 1941, la parte superior de un alud cayó en la laguna de Palcacocha y se desbordó, provocando un alud de lodo que causó numerosas víctimas mortales. Algunos hablan de 18 000, otros de 20 000.
Hubo años en que llovió torrencialmente, los ríos se desbordaron, se oía cómo arrastraban las rocas, y recuerdo que mi hermana y yo nos asustábamos. Los vecinos también se asustaban y decían: «Ese lago se desbordó una vez y mató a mucha gente. Esperemos que no vuelva a desbordarse».