El sistema de creencias de Nancy se enfrenta a una dura prueba

Lleva una semana en Escocia y Wilfried Nancy ya está polarizando la opinión.

¿Un soplo de aire fresco? ¿Un hombre en la película equivocada? Sea cual sea tu opinión, ha sido una gran introducción al fútbol escocés para el hombre de la MLS.

Algo que irradia a raudales es fe. Confianza en sí mismo. Una visión de cómo ve el juego y cómo debe jugarse.

Todo esto está a punto de ser la prueba más dura de su corta carrera. Según admite él mismo, ahora se encuentra en territorio desconocido. No solo nunca ha dirigido en Europa, sino que nunca ha tomado las riendas de un equipo a mitad de temporada.

Que haya revolucionado el juego del Celtic no debería sorprender a nadie. Al igual que Rubin Amorim en el Manchester United, el Nancy juega con un 3-4-3. Siempre lo ha hecho y seguirá haciéndolo.

Es el Nancyball y más vale que los aficionados del Celtic se acostumbren. No es que sea inflexible, pues su sistema tiene mucha fluidez y adaptabilidad.

Simplemente no esperen que adopte la forma de jugar de Martin O’Neill (o de cualquier otro) para lograr una transición fácil o para apaciguar a sectores desconfiados de la afición.

Lo que queda clarísimo desde sus primeros días es que Nancy es dueño de sí mismo y se enorgullece de ello. Cree que puede obtener resultados animando a sus jugadores a trabajar de cierta manera y a centrarse en el rendimiento en lugar del resultado, confiando en que este último llegará si el primero está a la altura.

Ha tenido éxito trabajando de esta manera en Canadá y Estados Unidos y cree plenamente que se puede trasladar a otros países.

Con una muestra de un solo partido, no se pueden sacar conclusiones definitivas. Sin embargo, lo que sí se puede deducir es que un Hearts bien entrenado y muy capaz manejó su sistema sin demasiados problemas, una vez que comprendió a qué se enfrentaba.

Sin embargo, Roma no se construyó en un día. Cuantas más sesiones de entrenamiento pueda impartir Nancy, con o sin la pizarra táctica, con mayor claridad podrá transmitir su mensaje y sus nuevas ideas.

Sus problemas, si los hay tan pronto, probablemente sean dos: necesita tiempo y la aceptación total de sus jugadores.

El grado de paciencia que tenga una afición ya de por sí inquieta se corresponderá directamente con los resultados de los próximos dos partidos.

Nancy espera que se tengan en cuenta sus actuaciones. No será así, y menos el domingo. Simplemente tiene que ganar la final de la Copa de la Liga contra el St Mirren, independientemente del buen juego del equipo, para darse un respiro a sí mismo y a sus métodos.

Antes de eso, por supuesto, el pequeño detalle de uno de los mejores equipos de Italia en la Europa League. La Roma se puso dos goles arriba en media hora en Ibrox a principios de la temporada. Una repetición de eso en Celtic Park hará saltar las alarmas.

En su primera incursión en el fútbol europeo, Nancy tendrá que demostrar que su equipo es competitivo contra un rival de gran calibre que probablemente aprovechará cualquier signo de debilidad o confusión.

El francés cree firmemente en su filosofía. Está convencido de que puede funcionar en el Celtic. Esa convicción se verá sometida a una prueba de fuego crucial en los próximos días.

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