Alex Scott, ‘sin miedo’, está decidido a jugársela con la Inglaterra de Tuchel.

Hubo una época, cuando Alex Scott se labró un nombre en el Bristol City, en la que se le conocía cariñosamente como el «Grealish de Guernsey». Era por su peinado, sus calcetines bajos, su espíritu aventurero en el mediocampo. Como dice Scott, el entrenador del club, Nigel Pearson, le dio «mucha libertad para salir al campo y prácticamente hacer lo que quisiera».

Todo cambió tras su fichaje por el Bournemouth por 25 millones de libras en el verano de 2023; se hizo más necesaria la disciplina táctica y la responsabilidad defensiva. Se convirtió más en un mediocampista ofensivo. Así, se alejó del joven Jack Grealish, que ahora juega cedido en el Everton procedente del Manchester City.

Pero mientras Scott reflexiona sobre su excelente estado de forma durante los primeros meses de la temporada, que le ha valido su primera convocatoria con la selección inglesa para los partidos de clasificación para el Mundial contra Serbia en Wembley el jueves y contra Albania en Tirana tres días después, hay una parte de su apodo que nunca cambiará: la parte relacionada con Guernsey, su lugar de origen, que está profundamente arraigada en su ADN.

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El joven de 22 años podría convertirse en el tercer isleño del Canal en jugar para la selección masculina de Inglaterra, tras Matt Le Tissier, también de Guernsey, y Graeme Le Saux, de Jersey. También está la hermanastra de Scott, Maya Le Tissier (sin parentesco con Matt), quien ha jugado 10 partidos con la selección femenina inglesa y formó parte del equipo que ganó el Campeonato Europeo este verano. Lo que los une es lo que ellos llaman la mentalidad isleña.

“Para mí, simplemente significa que no tenemos miedo”, dice Scott. “Creo que cuando se nos presenta una oportunidad… porque son difíciles de conseguir en casa, es difícil llegar al continente. Siento que las aprovechamos cuando aparecen”.

El texto refleja dificultades de índole logística. Cuando Scott pertenecía a las categorías inferiores del Southampton, entre los ocho y los doce años, viajaba desde Guernsey todos los viernes con uno de sus padres para entrenar y jugar partidos, alojándose en un hotel y regresando el domingo por la noche. A menudo venía con Maya, que ahora juega en el Manchester United; en aquella época, ella jugaba en el Hampshire.

Esto también demuestra su capacidad para superar los contratiempos, y sin duda Scott ha sufrido unos cuantos, sobre todo las lesiones que marcaron sus dos primeras temporadas en el Bournemouth. La más grave fue la de rodilla el pasado octubre, que lo mantuvo cuatro meses de baja.

Al menos, para entonces Scott ya se había consolidado como profesional. Cuando el Southampton lo despidió y, más tarde, antes de cumplir los 14, abandonó su etapa de un año en la cantera del Bournemouth —no tenía minutos de juego ni disfrutaba—, era difícil vislumbrar un futuro para él en el fútbol. «Cuando el Southampton me despidió, fue bastante duro», comenta. «Sentí que había dedicado cuatro años de mi vida a esto y que todo se esfumara… fue desgarrador».

La salvación de Scott fue Guernsey, volver a casa y vivir una vida adolescente más normal con su familia y amigos. Jugó en un equipo local y recuperó su pasión por el fútbol. Lo que no fue tan normal fue lo que hizo a los 16 años: jugó en el primer equipo del Guernsey FC, en la Isthmian League Division One South East (octava división), convirtiéndose en el jugador más joven en la historia del club. Tras su excelente desempeño durante la primera mitad de la temporada, el Bristol City se interesó por él y le ofreció una beca en enero de 2020.

Scott cuenta que hubo momentos en los que no se veía a sí mismo como futbolista profesional y se sentía un poco perdido. «Fui a la universidad durante medio año [mientras jugaba para Guernsey], a estudiar deporte», explica. «No sabía qué más hacer. Suspendí educación física en el colegio. No se me daban bien los estudios. No tenía nada en mente que realmente quisiera hacer».

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